Hay un problema de base que hay que dirimir en toda cuestión democrática y su resolución es de forma imperativa previa y necesaria, porque antes de saber si podemos o no votar tenemos que resolver quienes puedes hacerlo y sobre que, definir el marco de decisión y el concepto a decidir. Es aquí donde entra en juego un caudal de cuestiones a resolver, donde se plantean preguntas que los actuales Estados, salidos de los primeros movimientos nacionalistas del siglo XIX, no pueden resolver. Son cuestiones de derecho colectivo ya que el derecho individual se pone en duda al hacerse colectivo, y la colectividad de un derecho solo depende de que otra colectividad de sujetos den a tu derecho colectivo carta de naturaleza. ¿En base a que medida “democrática” podríamos encajar ese grado de dominación y abolición del derecho de otro? ¿No es toda la argamasa de la legalidad una forma sonriente de dominación de un tercero? Si la suma de los derechos individuales de las personas de sentimiento nacional español, puede abolir la suma de los derechos de las personas de sentimiento nacional vasco o catalán, entonces los derechos individuales de catalanes o vascos solo existen en la comodidad de que los ejerzan como españoles, es decir, que su suma no altere el producto final, el Estado Español.
En el derecho individual ejercido entre individuos no existe forma de dominación ni capacidad coercitiva alguna natural sino es a través del uso de la fuerza, del amedrentamiento y dominio promovido en el miedo entre individuos, nadie puede decirte lo que eres, como lo eres ni prostituir tu derecho individual, nadie entre individuos puede negarte la propiedad de tu yo. El derecho individual se convierte en supremo entre individuos, la suma de derechos individuales no. Cuando el derecho individual se convierte en colectivo, cuando la suma de pretensiones individuales encuentran forma posible solo en la suma de individuos, que aúnan y someten sus derechos individuales a una empresa común mayor, solo ejecutable por una colectividad, entonces es donde empiezan las preguntas sin respuesta razonable.
Cómo entendemos y vivimos a diario muchos derechos individuales para cumplirse, requieren de una colectividad que comparte el deseo de satisfacer ese derecho en un fín tangible determinado. Un ejemplo podría ser la creación de una estructura política para ese grupo de personas que conllevaría la plasmación en un sistema político-legal de un sentimiento nacional, tomando como leyes lo que sería las tradiciones sociales y como símbolos la iconografía compartida por esos individuos, en definitiva una sociedad que haciendo uso de su derecho crea su propio Estado. Pero ocurre que ese tipo de derechos individuales son coercionados y abolidos siempre que la colectividad que lo ejerce choca con otra colectividad, por lo general aún mayor en número y sobre todo en poder, que se otorga la capacidad de abolir el derecho colectivo ajeno, siempre en base a un sistema legal que ellos mismos han diseñado para tal fin. No existiendo para la colectividad que desea satisfacer sus derechos forma alguna de modificar el marco legal que los anula.
Esta descripción o que en teoría parece complejo, no es más que él día a día de la política Española. Una mayoría social, de sentimiento español posee unos elementos, Constitución y tribunales Supremo y Constitucional, que han creado y mantenido (sistema de elección de jueces) a medida de sus necesidades para dominar a otras sociedades con diferentes sentimientos nacionales. Es un caso curioso porque el mismo sistema legal que imposibilita a la parte dominada el ejercicio del derecho, tampoco puede ser avalado o anulado por esta misma parte, luego si estas regulado por un sistema legal que no elegirías, no vives una democracia sino una dominación de facto.
Estas sociedades como la vasca o catalana carecen de derecho colectivo alguno, tienen una existencia otorgada por el sujeto dominador hasta un punto definido, llamémosle Estatutos de Autonomía, pasado el mismo la sociedad dominada se adentra en el terreno de la ilegalidad. Incluso cuando esa existencia (Estatuto) es aprobada en referéndum por la población dominada y por la clase política dominadora, aún queda el filtro de unos jueces (TC) que pueden interpretar la ley dominadora de la manera más inquisidora o magnánima, plasmando sus propias fobias o credos por encima de la elección democrática de una sociedad y de todos los derechos individuales de todos los individuos. Esta descripción no es sino la teorización de lo vivido por la sociedad catalana en los últimos años. La actual realidad política en la España de 2018 es la existencia de una dominación de una sociedad sobre otras. Una dominación de las sonrisas, con las que despidieron a Juan José Ibarretxe el 1 de Febrero de 2005, o de las porras del 1 de Octubre de 2017.
El derecho individual desaparece en la colectividad si esta puede satisfacer los derechos individuales de un sujeto dominado. Imaginemos por un momento que simplemente es la situación opuesta, es decir en Castilla en cualquier pueblo de Palencia, el idioma cooficial al Castellano es el Catalán o el Euskera, aun sin ser natural de allí y la minoría nacional castellana no tiene capacidad en su derecho colectivo, la colectividad castellana no es un sujeto de derecho aún siendo su naturaleza preexistente a la suma, es una colectividad reconocida en el entramado legal de la gran nación Catalana o Vasca pero sin derechos colectivos. ¿Sería incorrecto decir que existe una dominación de la sociedad Catalana sobre la sociedad Castellana?
Volviendo a la realidad actual se dirá que los catalanes votaron la Constitución, si es verdad, unos señores hace 40 años votaron una cosa emparedados entre el ruido de sables de fondo, la incertidumbre del futuro, las promesas y sobre todo ingenuidad y buena fe, pero… ¿Eso que votaron es esto? ¿Y hasta cuando lo es? ¿Una generación posterior y las subsiguientes generaciones tienen alguna responsabilidad con las decisiones o acciones de generaciones anteriores? ¿Realmente imaginaba algún catalán, incluido Roca, que el uso y disfrute de todo un sistema judicial está basado en un imperante nacionalismo español? ¿Alguien podría afirmar que los vascos han votado Sí a este sistema legal actual?
Porque… ¿Quién decide quién es sujeto soberano? Los vascos que poseen la lengua más antigua de Europa, que tienen sus propias instituciones y leyes anteriores a nada parecido a España, ¿No son un sujeto soberano? ¿Necesitan acaso los vascos la tutela de una segunda nacionalidad? El sujeto soberano vasco no existe mientras los derechos individuales de los vascos son suprimidos cuando se convierten en derecho colectivo. Es una situación tan rocambolesca que la unión y colectivización de nuestros derechos individuales implica que dejamos de ser dueños hasta de nuestras propiedades privadas o de la tierra en la que vivimos, porque pasa a ser de otros que ni siquiera viven aquí.
Se presupone que existe un ordenamiento elegido al acuerdo de ambos, que se integra en un todo con ese ordenamiento mediante el principio de la libre adhesión, pero no existe, no lo hay, no es un ordenamiento fruto de un consenso actual. Existe ahora en 2018 una Constitución que nadie se atrevería a hacer votar de nuevo y un Estatuto incumplido, luego no vivimos una democracia sino una dominación, que puede ser amable y llevadera, pero que no nos debe cegar cual es la situación real.
Los ordenamientos para ser estables deben contar con la libre adhesión, el reconocimiento de los diferentes y articular elementos legales por los que las minorías puedan en un momento dado revocar su libre adhesión. Lo que ha ejercido el Reino Unido con motivo del Brexit no debería ser una noticia sino el acto de normalidad de la resolución de un acuerdo entre diferentes que se reconocen. El reconocimiento es la parte más difícil y más necesaria. “Yo solo veo Españoles”, dice un conocido político Español, antiforal y antivasco. Si España no reconoce las nacionalidades como partes soberanas del Estado, no habrá otra cosa que crispación y destrucción de consensos difícilmente creados, porque no nos olvidemos, este tipo de políticos no quieren pasar de un estado de libertad a un estado de dominación, sino que quieren agravar la existencia otorgada quitando lo que nos queda de nuestras libertades forales pasadas a la sociedad vasca.
Cuanto antes empecemos a trabajar en Europa la concienciación de la existencia de los vascos como un sujeto soberano encerrado en un entramado legal ajeno que ni siquiera hemos votado, más terreno tendremos ganado el día que nuestra “existencia otorgada” sea achicada a límites inasumibles. Porque si España no nos reconoce debemos conseguir que en el relato popular europeo las sociedades europeas si lo hagan.
Borja Irizar Acillona