Es julio de 1522, los últimos caballeros Navarros del castillo de Amaiur (Baztán) capitulan ante el ejército castellano del conde de Miranda, una guerra civil es el pretexto para invadir militarmente el reino, la facción Navarra Beamontesa, el ejército castellano y la facción Oñacina derrotan a la facción Navarra Agramontesa y sus aliados la facción Gamboina.
El estado Navarro soberano exhala por última vez, ya nunca volverá a ser un estado independiente. El viejo reino vascón ha sido liquidado en 3 asaltos, año 1173-1200 Bizkaia, Durango, Vitoria, Gipuzkoa, 1463 sur de Álava y 1512-1522 lo que hoy es la comunidad foral navarra.
Se configura entonces la corona Española fruto de la unión matrimonial de los reyes de Aragón y Castilla y la conquista militar de Navarra. La misma disfruta de un periodo de crecimiento exponencial motivado por las conquistas y la gran cantidad de territorios y títulos recibidos en herencia, y por el cuantioso aporte de oro y bienes procedente de América de forma regular. Para hacernos una idea cada año llegaban a España alrededor de 96.000 kg de plata y unos 1.500 kg de oro de media.
Esta corona, no es la monarquía regente de un único reino, sino un rey que reina en distintos reinos, algunos peninsulares y otros no. Es por tanto un rey compartido entre varios reinos cada cual con un fuero y cuerpo legal y jurídico enormemente independiente.
El primer rey de todo ese conglomerado es Carlos I (V de Alemania), su periplo por los reinos peninsulares con el fin de ser aceptado como rey por la nobleza y recibir de cada reino el erario público fue largo, 1518 Aragón, 1519 las cortes catalanas, 1528 Valencia, nada que ver con la coronación de Felipe VI.
Durante los siguientes dos siglos asistiremos a la continuidad de los reinos peninsulares con respeto a sus fueros y leyes en su absoluta integridad, conformando un estado al que es agregado Portugal durante algunos años y con múltiples variaciones en cuanto a los reinos extra-peninsulares.
Se conforma de alguna manera un reino de reinos entre los que prima de manera evidente una absoluta disformidad cultural, lingüística y social y que existen y coexisten como reinos independientes y donde no es preceptivo ni interesante tratar de instalar cambio alguno, cada reino es regido por sus propias cortes. Esta fórmula de regencia implicaba que diversos “Reinos, Estados y Señoríos” unidos mediante el principio aeque principaliter, bajo el cual los reinos constituyentes continuaban después de su unión siendo tratados como entidades distintas, de modo que conservaban sus propias leyes, fueros y privilegios.
Un jurista castellano de renombre Juan de Solozarno escribe en el siglo XVII «Los reinos se han de regir, y gobernar, como si el rey que los tiene juntos, lo fuera solamente de cada uno de ellos» […] En todos estos territorios se esperaba que el rey, y de hecho se le imponía como obligación, mantuviese el estatus e identidad distintivos de cada uno de ellos.
Es esa y no otra la riqueza más desconocida del imperio Español durante dos siglos, unas pueblos, reinos, señoríos y condados de una diversidad e independencia sin paragón, solo unidos por la figura de un monarca común que conquista para sí todos los territorios que le son posibles, pero que respeta de manera cautelosa cada uno de los preceptos y leyes de todos los reinos.
Como muestra de esa diversidad podríamos citar que a principios del siglo XVI ni el 60% de la población de lo que hoy es España hablaba castellano y muy probablemente solo el 50% como lengua materna.
No es cuestionado por ningún autor que a mediados del siglo XVII, en Navarra, de Tafalla a Dantxarinea no se hablaba otra lengua que la vasca, así M. Lecuona, halló una lista de pueblos del Obispado de Pamplona, fechada en 1587, donde se precisa el carácter idiomático de ellos. Según dicha lista, el 90% de dichos pueblos eran vascofonos (451 de 536).
Por otra parte J. M. Barandiarán, basándose en un cuaderno llamado «Pueblos de Álava por vicarías» de fines del XVIII, demuestra que en esa época el euskera se hablaba en gran parte de Álava, incluidos muchos pueblos de la vicaría de Vitoria, Garibay dice en 1571, que por aquel entonces el vasco se hablaba «en las prouincias de Guipuzcoa, Alaua, Bizcaya, y en grande parte del reyno de Nauarra, y en particular en todo el distrito de la merindad de Pamplona (…)».
En los siglos XV y XVI, probablemente, el euskera se ve obligado a abandonar las riberas del Ebro, en la Rioja alavesa, y su frontera sube al norte. Caro Baroja recoge un testimonio de comienzos del siglo XVI según el cual «en Vitoria se habla castellano, pero entienden el vascuence, y en los más de los pueblos se habla esta lengua».
En el siglo XVII el euskera sigue perdiendo terreno en Álava. Según Caro Baroja, en dos siglos (de 1587 a 1778) el euskera apenas retrocedió en Navarra así dice: «Tafalla y Estella eran en el siglo XVIII, como en el XVI, las ciudades del límite meridional. En Estella, como en Pamplona, el vasco era la lengua común en el siglo XVII»
Año 1700, Carlos II rey de España muere sin descendencia, su testamento sonrojaría a quienes hoy cuestionan la España autonómica y a quienes buscan la supresión de los fueros vascos, pues solicitaba mantener como condición “sinequanon” los fueros y reinos en su absoluta integridad, empezando por Aragón obviamente, así dice que se guarden «los mismos tribunales y formas de gobierno» de su Monarquía y de que:
«muy especialmente guarden las leyes y fueros de mis reinos, en que todo su gobierno se administre por naturales de ellos, sin dispensar en esto por ninguna causa; pues además del derecho que para esto tienen los mismos reinos, se han hallado sumos inconvenientes en lo contrario».
Así dice que la «posesión» de «mis Reinos y señoríos» por Felipe de Anjou y el reconocimiento por «mis súbditos y vasallos…»'[como] «su rey y señor natural» debía ir precedida por «el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis Reinos y señoríos», además de que en el resto del testamento se incluyen nueve referencias directas más al respeto de las «leyes, fueros, constituciones y costumbres».
Un año más tarde es 22 de enero de 1701, Felipe de Anjou (Felipe V) entra en España con su corte de asesores franceses, no tarda en jurar lo que hiciese falta para ser aceptado rey, pese a que sus intenciones políticas son las de instaurar un centralismo voraz y la supresión de los diferentes estados (Reino de Cataluña, Reino de Valencia, Reino de Aragón) de las coronas de Aragón, trata de aparentar lo contrario, así dice:
«hacer ver a aquellos pueblos de naturaleza inquieta y celosos de sus privilegios que no tenía intención de suprimirlos»
Ya en esa época un “felipista” castellano crítica así las “cesiones” de Felipe V y dice:
«todo fue confirmar privilegios y añadir otros que alentaban a la insolencia porque los catalanes creen que todo va bien gobernado gozando ellos de muchos fueros», y criticaba el millón y medio de libras otorgado al monarca por las cortes catalanas «regular donativo, no muy largo»
Por aquel entonces como vemos ya hay quien ponía en entredicho la mera existencia de estos reinos y promovió siempre su abolición.
Todo este equilibrio basado en la riqueza cultural y la libertad de cada reino llega a su fin en 1707 con los decretos de nueva planta, las medidas Borbónicas por la posición pro-austracista de Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares termina con el reino de Aragón fundado hace 700 años, y con todos y cada uno de los resortes de libertades de catalanes, valencianos y baleares, comienza de esta manera una nueva etapa en que estos reinos desaparecen de facto y pasan a ser parte del reino de España, es lo que se llama la España asimilada del mapa superior.
Durante todo el siglo XVIII son constantes los intentos de introducir la lengua castellana como vehículo único en cualquiera de los territorios de la corona, aun siendo esto, contra natura y se fuerzan leyes y decretos para que la asimilación de la lengua castellana sea lo más rápido posible, esto lleva a un retroceso a la lengua catalana y vasca y a la extinción completa de la lengua aragonesa. Ya en 1712 encontramos a los corregidores del nuevo reino de España con estas instrucciones:
“Pondrá el mayor cuidado en introducir la lengua castellana, a cuyo fin dará las providencias más templadas y disimuladas para que se consiga el efecto, sin que se note el cuidado”.
Es por tanto un siglo de preparación a lo que quedaba por venir, un siglo en el que comienza la persecución sistemática de la diversidad plurinacional de España a favor de una unificación. El listado de acciones en contra de esta riqueza es enorme, más acusado cuanto mayor es el influjo de los consejeros borbónicos en los reyes españoles.
Es preciso hacer constar que si bien los reyes de la casa de los Austrias entendían la diversidad como estímulo los Borbones la veían como un estorbo.
Nace por tanto un obsesión centralizadora y uniformadora española que va a durar 3 siglos y que pretende construir una España absolutamente diferente a la España inicial y fundacional, una España no basada en la riqueza sino en la uniformidad y donde una parte, Castilla, impone al resto su lengua, leyes, usos y costumbres, este es un resumen de algunas de las acciones de este siglo relativas a la lengua vasca:
- 1776: Se prohíben los libros en euskera.
- 1768: Se prohíbe el euskera en la enseñanza de las primeras letras (Real Cédula de Carlos III).
- 1772: Se prohíben los libros de contabilidad en euskera.
- 1801: Se prohíben las obras teatrales en euskera.
- 1803. Se establecen castigos corporales por hablar euskera en la escuela.
Es marzo de 1812, de forma extraordinaria reunidos en Cádiz bajo el asedio de tropas francesas las cortes españolas redactan una constitución con importantes novedades respecto al modo de entender el estado de hace solo 10 años que no era sino una monarquía absoluta.
Este nuevo “estado” aboga por el sufragio universal masculino, la nacionalidad española (esto nunca había existido antes), la abolición de cualquier señorío, ley o traba regional que entorpezca la creación de una nación única, nadie se acuerda ese día de que dos siglos antes los reyes españoles hacían el paseíllo reverencial para conseguir ser aceptados como monarcas por los reinos peninsulares y que de ese paseillo nacía un respeto común por lo propio y lo ajeno y más importante un equilibrio entre pueblos que carecían de mayores elementos en común que el mismo rey.
Al mas estilo Francés de la reciente revolución francesa de 1789, los españoles ahora sitiados por las tropas francesas creen que la solución a todos sus males pasa por la creación de un estado similar al francés, potencia militar del momento. Este será uno de los innumerables “intentos” del nuevo españolismo para transformar un reino de reinos en un país unificado.
Con arreglo a este nuevo orden que a la postre duraría dos años, pero sería el germen de la aparición de nuevos intentos uniformadores y constituyentes, tienen lugar diversas políticas con efecto de seguir destruyendo la riqueza original de la península para crear algo uniforme, estas son algunas de ellas en nuestra Vasconia:
- 1857: Obligatoriedad de la escolaridad sólo en castellano. (Ley Moyano)
- 1862: Se prohíbe el euskera en toda clase de escritura pública.
- 1867: Se prohíbe el euskera en obras dramáticas (Real Orden de Isabel II)
- 1902: Orden que castiga a los maestros que enseñen en su idioma o dialecto. (R.O. de Alfonso XIII y Romanones)
- 1923: Prohibición del euskera en actos oficiales. (Alfonso XIII y Primo de Rivera)
- 1925: Se retiran los libros de texto en euskera y suspensión de empleo y sueldo a quienes enseñen en dicha lengua.
Este año de 1812, España no será ya representante y garante de los derechos de los reinos peninsulares bajo la misma corona, es una constitución de ciudadanos, es por tanto la defunción de la España primigenia, la España fundacional y natural, es el último capítulo de la imposición de una mayoría castellana sobre las minorías vasca, aragonesa y catalana, dado que el aparato del estado estaba controlado en un porcentaje altísimo por la sociedad castellana no teniendo apenas presencia los ciudadanos de los territorios del reino de Aragón y de Cataluña.
Los siguientes intentos y recreaciones legales para dotar de un corpus legal a los territorios de España estarán siempre ligadas a la pretensión de abolir la diferencia y la constitución fundacional en reinos autónomos para crear algo uniforme, producto de estas pretensiones tendrán lugar 3 guerras carlistas con motivo de la abolición foral, cuerpo de derecho vasco y “aceptado mal menor” de los reyes castellanos, con País vasco y Navarra como principal foco bélico.
El siglo XIX transcurre azarosamente con 3 guerras carlistas en un periodo de 43 años, con un total de 14 años de guerra, y numerosas alteraciones en el corpus político español que no termina de encontrar acomodo para encajar los territorios forales, Navarra y Cataluña en su esquema de estado.
Obviamente no se encuentra un encaje porque cada uno de estos corpus legales da por hecho que quién ha de ceder son, o bien los territorios forales, o los territorios del reino de Aragón, cabe reseñar que en 1841 se produce la abolición de facto del reino de Navarra, un reino conquistado a cuchillo luego es abolido de facto, sin más.
Durante este siglo la influencia ilustrada cree que un estado debe promover una sola lengua y abolir las diferencias para construir algo nuevo e igualitario, abolir y reducir a la mínima expresión cualquier diferencia para crear un estado moderno, así en 130 años asistimos además de a 3 guerras carlistas, al regreso de Fernando VII, trienio liberal, constitución de 1837, revolución de 1868 y Primo de Rivera, una muestra de cómo la inestabilidad política se había adueñado de España y que uno tras otro todos y cada uno de los “intentos” chocaba con la realidad natural plurinacional de la sociedad.
Este continuo intento de supresión de la diferencia y la diversidad es el caldo de cultivo de lo que queda por venir.
Es julio de 1936, la tensión entre izquierda y derecha y entre nacionales y nacionalidades roza el abismo y dos siglos arrollando la diferencia y dibujando una idea de país forjada por ambiciones ilustradas y que nada tiene que ver con la España original va a tomar ahora su sitio en la historia, nacionalistas españoles se juramentan a matar o morir por una idea de estado creada sobre el papel desde hace 130 años, por un modelo de sociedad artificial creado en las escuelas y en la corte borbónica y en sus acciones prohibitivas legales y que nada se parece a la España inicial del siglo XVI.
Españoles matando porque en Cataluña no se hable catalán, cuando en la Cataluña que entregó 300.000 libras de oro a Carlos I en 1519, no había apenas un 1-5% de castellanohablantes. Qué pensarían aquellos catalanes ahora.
Bombarderos en la villa de Gernika atacando a la población civil, niños, ancianos y mujeres, combatiendo un supuesto antipatriotismo de los vascos, cuando la realidad es que durante 130 años España había tratado y conseguido suprimir muchas de las libertades originales de un pueblo vasco siempre fiel a la corona española.
En este punto España era ya una sombra de la España plural y diversa de los siglos XVI y XVII, un apaño, donde nadie recordaba que su propia familia nunca habló castellano, o ni siquiera tuvo que servir al ejército español sino de forma voluntaria, era por tanto ya otro país, otro lugar y nada parecido al lugar donde Carlos I fue aceptado por distintos reinos como rey.
No se trata de un devenir natural o una transformación natural, sino una mayoría que empuja a minorías con acciones como estas:
- 1937: Prohibición de hablar en euskera.
- 1938: Prohibido el euskera en los registros.
- 1939: Prohibido el euskera en la rotulación de hoteles.
- 1940: Prohibido el euskera en tribunales y comercios.
- 1944: Prohibido el euskera en las escrituras públicas.
- 1947: Prohibido el euskera en las revistas.
- 1948: Prohibido el euskera en las escuelas.
- 1954: Prohibido el euskera en la radio.
- 1964: Prohibido el euskera en discos y en publicidad.
Es Noviembre de 1975, el instigador del último régimen español y la guerra que lo precedió muere en la cama, deja un rosario de muertos y desaparecidos, una guerra, asesinatos no resueltos, crímenes no perseguidos y el retraso agudo de un país que encara el último cuarto del siglo XX.
Emerge un escenario al que hay que dotar de un nuevo cuerpo legal a España, hay un intento de regenerar conceptos y solucionar errores anteriores de diseño pero manteniendo ciertos principios del régimen anterior.
Es una nueva idea de España que quiere acercarse timidamente a la naturaleza plurinacional pero sin ahondar demasiado en la idea. Conceptos de esa idea tergiversada de España fabricados desde 1700 por los consejeros Borbónicos no permiten demasiada holgura y hay quien desde las filas del régimen anterior no está del todo contento.
Se prefiere un subterfugio dar todo a todos, hubiesen sido reino o no, tengan lengua o no y lo más importante tengan necesidad o no, le llamaron “café para todos”, es el último intento de volver a hacer funcionar algo que esta erróneo en su conceptualización, de crear de nuevo un estado cediendo a unos y a otros competencias que ni necesitan ni pueden gestionar, creando un conglomerado de jefes autonómicos.
Este nuevo invento no termina de funcionar. La España posible quizá es más semejante a un reino de reinos que hoy en día sería un estado de estados asociados, o porque no a diferentes estados que compartan el mercado común europeo con la independencia natural de los reinos medievales.
Con respecto a hace 3 siglos estos reinos y señoríos no han hecho sino ceder, Aragón ha pasado de reino con sus fueros, cortes y leyes a comunidad autónoma, Navarra es un reino soberano e independiente conquistado por las armas, los territorios forales «disfrutan» un concierto económico que fue en origen una imposición sobre el anterior status de pase foral y territorios exentos.
Algunos creen que España necesitaría de una nueva América para sobrevivir, las riquezas solo hacen olvidarse a las personas de sus problemas inmediatos, es seguro que primero necesita conocer su historia y la historia de las relaciones políticas que la formaban, por que del conocimiento nace el respeto, la tolerancia a la diversidad y la concepción de los derechos de los demás pueblos de España que han sido, sin duda alguna, arrebatados.
Un comentario en «La otra historia de España»