El miércoles 6 de marzo comparecían como testigos, en el denominado Juicio del «Proces, personas relacionadas con el mundo del desarrollo y diseño web y la seguridad informática, con lo que me he decidido a pasar la tarde oyendo sus comparecencias íntegras, cosa que hasta hoy no había tenido oportunidad.
Esperaba con sinceridad, encontrarme unos interrogatorios duros y bien preparados. Después de casi 18 meses la fiscalía y abogacía del Estado a través de sus respectivos equipos de apoyo, deberían tener algunas preguntas complejas con las que construir una acusación sostenible sobre graves acciones, propias de una rebelión violenta, aquello de lo que se acusa a los políticos catalanes.
Se ha interrogado a 3 personas relacionadas al mundo de la informática, diseño y sistemas en las que se sucedían cantidad de preguntas sin sentido sobre relatos enormemente claros y diáfanos de los testigos, los cuales han dado una explicación de lo más normal sobre actividades nada delictivas.
Tras el “intenso” interrogatorio la conclusión es que si han pasado 18 meses, no se ha encontrado rastro de que se les pagase nada, no hicieron nada, ni existió ningún intercambio material sino reuniones de una hora, ¿Cual es la motivación de un interrogatorio tan exhaustivo?
La verdad me he estado preguntando la cuestión toda la tarde, y creo haber construido una imagen real de lo que llevo viendo y oyendo en el juicio desde hace días. La sustancia es tan poca, tan pequeña, hay tan poca cosa realmente con poder probatorio, que el relleno se vuelve casi la tónica general, palabras grandilocuentes, dramatismos variados y exagerados sobre la violencia del “Proces“, pero después de eso no hay nada, apenas 10 detenidos, atención 10 detenidos en meses en una rebelión, “vaya rebelión de mierda” que diría aquel, ni un solo policía que cogiese la baja después del 1-O y los ataques Fairynianos, una señora de la comitiva judicial que abrumada por el miedo quiso pedir un helicóptero y la policía nacional que le acompañaba se hecho a reír, y que por cierto después de “todo ese sufrimiento” no cogió ni un día de baja.
La justicia necesita elementos probatorios y tangibles que permitan construir un relato basado en pruebas reales, pero al hilo de la declaración de testigos de la acusación, creo que el Estado ha abandonado esa posibilidad por la de intentar construir, a fuerza de repetirlo, una post-verdad alternativa con la que justificar una condena que sea políticamente aceptable. Un “tengo las condenas ahora creo las pruebas”. Solo así se pueden entender las continuas alusiones de Nieto, Secretario de Estado de seguridad, a la multitud de actos de violencia, dicho literal, sin poder luego dar un par de ejemplos de la misma a preguntas de la defensa, o las alusiones a la violencia contra la policía, sin que concurriese una sola baja de Policía Nacional o Guardia Civil después del 1-O o un solo parte médico pueda ser presentado.
Está por tanto todo el juicio encaminado, no ya a construir un relato basado en pruebas irrefutables, sino a construir una post-verdad aceptable. Y esto pasa por que se ha iniciado el juicio con el listón más alto posible, rebelión y prisión preventiva, con lo que el Estado necesita justificar la prisión preventiva de políticos y activistas sociales durante 500 días, sea como fuere. Lo contrario sería perder el primer “round” y vistos los interrogatorios, el Estado sería capaz de hacer declarar al Papa si cree que va a contar que en una manifestación se cayó una Virgen por el “violento” incesante vocerío.
Todo el juicio, a mi entender, arroja una excesiva teatralización para hacer “muy grave” lo que no es grave o llamar violencia a una manifestación ruidosa, rellenada de rellenos dramáticos pero sin contenido alguno. Parece mentira que después de cada alusión a la “incesante violencia”, no haya detrás de la misma, ni heridos, ni partes médicos, ni lesiones provocadas por los “incesantemente violentos”, con lo que todo parece un gran insulto a la inteligencia. Si realmente estuviésemos ante un tribunal extranjero, la fiscalía hace tiempo que hubiese retirado los cargos de rebelión por la sinceramente imposible tarea de demostrar a un tribunal, no afectado ideológicamente, tamaña maldad de los acusados. Fiscalía que además hubiese buscado con inteligencia, un camino medio que a la larga, la política pueda corregir con menos dificultad.